Joseli de Souza, empleada de hospital, relata una infancia marcada por el sufrimiento y el abuso familiar. Abandonada por su madre al nacer, fue criada por su abuela, quien abusaba constantemente de ella. “La gente incluso le pagaba a mi abuela para que no me golpeara”, dice Joseli, destacando el profundo impacto de esta violencia en su vida.
A los 12 años, Joseli se fue a Feira de Santana, en Bahía, donde sufrió abusos. “Me produjo mucha frustración”, recuerda, describiendo cómo el odio se apoderó de su corazón. La situación empeoró cuando ella le contó a su prometido sobre el abuso y él terminó la relación. “Era la boda de mis sueños… Ese fue mi punto más bajo”, recuerda Joseli, que regresó a casa de sus padres cargada con un pesado bagaje emocional.
Buscando un nuevo comienzo, Joseli se mudó a São Paulo. Allí conoció a su exmarido, a pesar de que inicialmente se mostró reacia debido a sus heridas emocionales. Sin embargo, la relación resultó desastrosa. Su marido, un hombre agresivo y alcohólico, intentó matarla en una noche de ira. “Dijo que me iba a morder por todas partes y que nadie volvería a saber de mí”, relató Joseli, quien fue echado de la casa.
Tras un breve regreso a la relación abusiva, Joseli decidió dedicarse a la prostitución. “Me prostituí con un hombre casado, que digo que valía 1000, porque tenía que estar disponible para él en cualquier momento”, dice, describiendo el profundo dolor y la soledad que sentía. “Nadie lo sabía, sólo Dios y yo”, añadió.
Atrapado en un ciclo de manipulación y abuso, Joseli incluso quiso suicidarse. “Los demonios hablaban en mi mente: ‘Si te mata, te ama, pon fin a este sufrimiento’”, recuerda. Desesperada, clamó a Dios pidiendo una oportunidad de cambiar. Cuando el hombre casado la indicó que trabajara en un motel, Joseli vio un cartel de la Iglesia Universal y decidió entrar.
En la iglesia Joseli encontró la liberación. “Recibí una paz tan grande… Ya no salí con ganas de prostituirme”, dice. La experiencia transformó su vida. “Fue lo más glorioso que pude experimentar en este mundo”, explicó Joseli, quien sintió el amor y la aceptación de Dios.
Con ayuda divina, Joseli se liberó del oscuro pasado. “Hoy veo un brillo, la luz dentro de mí, dentro de mis ojos, hoy me amo”, afirma. A sus 48 años, formada en gastronomía y casada, Joseli declara: “Estoy realizada, estoy completa porque tengo el Espíritu Santo de Dios en mi vida”.