Farah vive en Irak y trabaja como peluquera. Ella vio la invasión de su país por parte del Estado Islámico y puede dar testimonio de la tragedia vivida por su pueblo entre 2014 y 2017.
El daño aún es visible en la región, tanto física como emocional y espiritualmente. Los iraníes tuvieron que empezar de nuevo sus vidas y los cristianos tuvieron que poner en práctica lo que significa “ser sal de la tierra y luz del mundo”.
Después de la destrucción, Farah tuvo que reconstruir su salón de belleza en otro lugar, ya que el anterior quedó devastado durante la invasión terrorista.La cristiana logró mantener la sonrisa en su rostro y siguió adelante a pesar de todo.
‘Los sueños no mueren’
A pesar de la perseverancia de los iraquíes y los avances logrados, aún persisten desafíos. Según Puertas Abiertas, la situación se volvió particularmente difícil después del desastre ocurrido en septiembre de este año en la ciudad de Qaraqosh.
Un incendio provocó el trágico final de una boda y la muerte de 130 cristianos. Toda la región sigue de luto y los negocios aún no han vuelto completamente a la normalidad.
Independientemente de las dificultades, Farah dijo que mantiene la esperanza y sigue soñando con un futuro mejor. Los hijos del cristiano crecieron. El niño, Gaith, está en sexto año de la escuela y la niña en tercer año. El marido de Farah, Janan, también se encuentra bien.
Farah sueña con tener su salón de belleza lleno. Ella dice que logra brindar a la gente una atmósfera relajante e iluminada. Sobre su equipo, comparte: “Somos como hermanas y trabajamos con buen humor”.
‘Sobre mantener viva la Iglesia en Irak’
A pesar de sus sueños y planes, Farah dijo que se siente insegura sobre el futuro de los cristianos en Irak. Con frecuencia se lanzan diferentes amenazas de muerte contra los seguidores de Jesús.
“Hemos llegado al punto en el que no hay futuro para esta región, pero realmente queremos que haya futuro. Estamos hartos del trauma. En cuanto nos recuperamos de un trauma, aparece uno nuevo al que enfrentarnos”, lamentó.
“Soñamos con que sea bueno vivir en Irak. No queremos salir del país, incluso si las duras circunstancias de la vida y la persecución nos obligan a hacerlo”, explicó.
Farah pidió oraciones por ella y los cristianos en Irak: “Oren por la población cristiana en Irak, para que tengamos esperanza y estabilidad y no tengamos que pensar en abandonar nuestra patria”.
Portas Abertas dice que ha apoyado a muchas familias a través del proyecto de generación de ingresos, para que puedan ganarse la vida y puedan permanecer en el país para mantener viva la Iglesia y seguir rescatando vidas.