Edna enfrentó una infancia difícil, marcada por la violencia de su padre alcohólico y drogadicto. La falta de afecto paterno la llevó a buscar refugio en el alcohol desde los nueve años mientras luchaba por encontrar su identidad, sintiéndose atraída por personas del mismo sexo cuando era adolescente.
Según God TV , con el tiempo, Edna cayó aún más en la oscuridad y se entregó a relaciones abusivas. Además, su adicción al alcohol y las drogas empeoró. Durante dos décadas, su vida estuvo marcada por períodos en prisión y un ciclo de autodestrucción. Así, durante muchos años, la vida de Edna giró en torno al alcohol, las drogas y el sexo.
“Las drogas eran mi forma de escapar. Porque en mi corazón estaba amargada, estaba enojada y me sentía muy insegura. Empecé a consumir [drogas] hasta el punto de perder todo control. Ya no me importaba mi vida y no podía trabajar. Bebí hasta desmayarme. Empecé a consumir mi suministro de cocaína hasta que llegó al punto en que no podía funcionar”, reveló.
Sin embargo, a los 41 años, Edna enfrentó un punto de inflexión. Tras ser detenida por tráfico de drogas, fue condenada a diez años de prisión. En ese momento, la depresión la consumió y pasó la mayor parte del tiempo llorando y durmiendo. Sin embargo, continuó su estilo de vida destructivo incluso tras las rejas.
Encontrar a Dios
Pronto, la depresión la consumió, hasta que, durante el octavo año de su condena, enfermó gravemente y, desesperada, decidió asistir a un culto carcelario. Por primera vez, Edna encontró el Evangelio. A pesar de sentirse indigna, anhelaba un cambio. Un encuentro profundo con Dios durante una hospitalización por cálculos renales finalmente condujo a una transformación espiritual y emocional.
“Él dijo: ‘Edna, tendrás que decidir a quién vas a servir’. Levanté la vista y dije: ‘Señor, si me das una oportunidad más y me das fuerzas, te serviré por el resto de mi vida’. Y así fue como entregué mi vida al Señor. Al día siguiente fue como si hubiera vuelto a la vida. Me sentí como una persona nueva”, dice.
Finalmente, Edna se alejó completamente de las drogas y recurrió a la Palabra de Dios. A los 50 años salió de prisión y hoy celebra su nueva vida en Cristo, encontrando consuelo y redención en la fe que la rescató del abismo. Edna trabaja en una organización caritativa cristiana.
“Él me quitó todo ese sentimiento de quebrantamiento que yo estaba sintiendo. La inseguridad. Empecé a amarme a mí mismo y a los demás. Descubrí que Él me ama, siempre me ha amado, siempre ha estado conmigo, nunca me dejó, yo lo dejé. Él te ama tal como eres, pero no quiere que sigas así y Él puede cambiarlo todo por ti”, concluyó.