Samantha Karim, criada en un barrio difícil de Miami en una familia disfuncional involucrada en las drogas, superó adversidades importantes a través de su fe. A los 11 años, al sentirse sola, empezó a cortar, y a los 13 ya se involucraba con la marihuana. Quedó embarazada a los 14 años y, después de un aborto espontáneo, se enfrentó a una soledad y un dolor cada vez mayores.
Según CBN News , el desamor llevó a Samantha a buscar satisfacción en las relaciones, ahondando en las drogas y cometiendo robos para sustentar su adicción. Incluso llegó a vender su cuerpo en las calles de Miami.
Su vida destructiva la llevó a repetidos arrestos, pero, a punto de cumplir 18 años, Samantha decidió cambiar. Mientras hacía horas de servicio comunitario en una iglesia, experimentó una presencia divina transformadora. Orando y cantando canciones aprendidas de su abuela, sintió que su corazón y sus deseos cambiaban, desarrollando un deseo genuino de conocer a Jesús.
Al acercarse a Dios, su vida fue transformada radicalmente. Libre de drogas, comenzó a compartir el Evangelio en las calles, dando testimonio de la liberación que encontró en Jesús. Samantha expresa profundo agradecimiento por la misericordia y el amor de Dios, destacando que ya no es la misma drogadicta, sino una persona transformada por la gracia de Jesús.